
La etapa comprendida entre los años 1876 y 1910 se conoce como Porfiriato. Nunca antes nuestra historia había estado tan marcada por las acciones y los deseos de sólo un hombre, hasta el punto de llamar a uno de sus periodos históricos como tal.
PAZ, ORDEN Y PROGRESO
A consecuencia de las guerras, México estaba muy desorganizado y no tenía en su territorio algunos adelantos técnicos que acompañaban al progreso en otros países: ferrocarriles, telégrafos, maquinaria, etc. Sobre todo, hacía falta paz y organización entre los mexicanos.
Para que México pagara sus deudas y alcanzara su desarrollo, Díaz facilitó la inversión del capital extranjero, mantuvo un ejército unido y disciplinado y reprimió con violencia cualquier oposición a su gobierno. Esto llevó al progreso, pero también a una paz aparente.
Porfirio Díaz propuso: "El presidente entrará a ejercer su encargo el primero de diciembre y durará en él cuatro años, no pudiendo ser reelecto nuevamente hasta que haya pasado igual periodo, después de haber cesado en sus funciones."
Para que México pagara sus deudas y alcanzara su desarrollo, Díaz facilitó la inversión del capital extranjero, mantuvo un ejército unido y disciplinado y reprimió con violencia cualquier oposición a su gobierno. Esto llevó al progreso, pero también a una paz aparente.
Porfirio Díaz propuso: "El presidente entrará a ejercer su encargo el primero de diciembre y durará en él cuatro años, no pudiendo ser reelecto nuevamente hasta que haya pasado igual periodo, después de haber cesado en sus funciones."
Cuando Porfirio Díaz fue por primera vez presidente de México, se preocupó por establecer en el país la organización que tanta falta hacía. Hizo construir ferrocarriles para apoyar el comercio en todo el territorio mexicano. Apoyó a muchas industrias, entre ellas a la textil, la minera y la del petróleo. Quería que México fuese en verdad un país rico. Los ricos eran dueños de haciendas, extensiones de tierra muy grandes en las que los campesinos eran obligados a trabajar por un jornal (pago por el trabajo) insuficiente. Existían unos lugares llamados tiendas de raya, en donde los campesinos compraban todo lo que necesitaban para sobrevivir; como su jornal no les alcanzaba nunca, lo que no podían pagar se les anotaba como deuda. Los hacendados les impedían trabajar en otro lugar, pues se suponía que primero tenían que saldar sus cuentas.
Si los campesinos iban a otro lado, los hacendados los perseguían y maltrataban; muchas veces los mataban. Por eso los campesinos tenían mucho miedo y procuraban obedecer a los hacendados, aunque secretamente esperasen una oportunidad para luchar por una forma de vida que fuera realmente justa.
LA CULTURA EN EL PORFIRIATO
En este periodo, un pequeño grupo de gente rica y cultivada imponía modelos de cultura traídos de Europa, los cuales no encajaban con la realidad de un país con grandes masas analfabetas. Como en ese entonces a Francia se le consideraba un país muy adelantado, Díaz intentó que se imitara en México todo lo que se hacía en ese país.
Durante su gobierno se empezó a construir el Palacio de las Bellas Artes y se trazó el Paseo de la Reforma, una calle en la que se colocaron estatuas para conmemorar a los héroes de esa etapa histórica. El Teatro Nacional que proyectó Porfirio Díaz se fabricó con mármol de Carrara, según el estilo francés. El arquitecto encargado de las primeras obras fue un italiano, Adamo Boari. El porfiriato procuró imitar los modelos de los países europeos considerados en ese entonces los más adelantados.
EL DESCONTENTO POPULAR
Al principio, Porfirio Díaz fue un buen gobernante. Pero después impuso en México una dictadura que duró casi 30 años. Es decir, comenzó a gobernar el país sin consultar a nadie y haciendo valer su autoridad por medio de la fuerza. Las obras públicas del Porfiriato favorecieron el enriquecimiento del país, pero —por desgracia— esa riqueza estaba en manos de muy pocas personas, en lugar de pertenecer a todo el pueblo mexicano. Díaz protegía a los ricos y les permitía abusar de los pobres mediante la violencia.
El gobierno porfirista permitió a extranjeros, que provenían de países ricos, hacer negocios en México. Los extranjeros construían ferrocarriles, traían máquinas o sacaban petróleo del suelo mexicano, pues se pensaba que estas acciones favorecerían el progreso del país, en vista de que lo construido por los extranjeros se quedaba en territorio mexicano.
De esta manera, el país tenía cada vez mayores recursos, pero lo que realmente sucedía era que los extranjeros dominaban a los mexicanos y se llevaban de México los productos que pertenecían a esta nación.
A pesar del progreso que tuvo el país, el resultado fue una nación con 80% de analfabetos, con una economía y tierras que estaban en manos de extranjeros y latifundistas. Todo esto llevaría a actos de descontento que se reprimirían a sangre y fuego, como en el caso de las huelgas de Cananea y Río Blanco. La gente no soportaba ya tantos abusos. Algunas personas organizaron huelgas; por ejemplo, los obreros de fábricas en que se hacían telas o los mineros que trabajaban extrayendo de la tierra el cobre.
Las huelgas consistían en que las personas se negaban a trabajar mientras no se les respetaran derechos, como un pago que les permitiera sostener adecuadamente a sus familias; que hubiera una edad razonable para comenzar a trabajar, porque en ese tiempo se obligaba a hacerlo sin pagar ni dar de comer a niños pequeños, de hasta seis años de edad; que existieran hospitales para la atención de trabajadores en caso de que éstos enfermaran, entre otros más.
Lo que los trabajadores solicitaban era justo, pero los dueños de minas y fábricas, protegidos por el gobierno, reprimieron esas huelgas.
La dictadura se iba haciendo cada vez más insoportable. Pueblos completos en que vivían indígenas habían sido destruidos. A estos indígenas se les llevaba a trabajar a lugares a los que no estaban acostumbrados y morían de hambre y enfermedades.
Los trabajadores de las ciudades también vivían en una situación precaria. Por todas partes había rebeliones contra el gobierno porfirista. Era evidente que ese gobierno no favorecía a los mexicanos, quienes, finalmente, se organizaron para luchar contra él en el movimiento denominado Revolución Mexicana.
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